Uruguay, grandes jugadores y selecciones pero relegado a nivel clubes
Uruguay, un grande a nivel fútbol sudamericano, vive una situación particular: grandes jugadores y selecciones, pero muy lejos de la élite a nivel clubes desde hace más de 30 años.
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Siguiendo la recorrida por Sudamérica, nos toca poner la mirada en Uruguay. Esta semana el único representante uruguayo quedó afuera en octavos de final de la Libertadores. Así, otra vez no hay un equipo entre los mejores 16 de la Conmebol. A esto se le suma la eliminación de Peñarol de la Copa Sudamericana, perdiendo los 6 partidos disputados. ¿Qué pasa en el fútbol uruguayo, donde los clubes ya no son actores principales a nivel continental? Actores, proyectos y un rol netamente exportador son algunas de las claves. Así que ¡Vamos con eso!
Paco Casal y los cambios en el los 80 y 90
La historia del fútbol siempre tiene a Uruguay presente, lo que termina siendo un desafío para estadísticos y economistas que buscan explicar el juego solo desde cuestiones ajenas. Un país chico, con escasa población y concentrado en la región de Montevideo, con un recorrido de estabilidad institucional durante casi todo el siglo XX y XXI, lo diferencian de sus gigantes vecinos, Argentina y Brasil.
Si al hablar de Brasil era casi innecesario mencionar su importancia global, para hablar de Uruguay tampoco hay que escarbar mucho para encontrar las justificaciones: bicampeón olímpico, bicampeón del mundo, múltiple campeón de la Copa América, múltiple campeón de la Copa Libertadores y la Copa Intercontinental a nivel clubes y figuras destacadas en todo el mundo para enumerar rápidamente. La temprana organización y popularización del fútbol en el país (bastante espejada a la de Argentina) convierten al deporte en una pasión nacional. Su rol en la creación de la Conmebol y la organización de las competiciones internacionales lo hacen también un actor relevante desde los comienzos del siglo XX.
La grandeza es indiscutible, tanto como la decadencia a nivel clubes hoy en día. Hablar del fútbol en Uruguay es hablar de grandes jugadores, de buenas selecciones y malos clubes. Siempre fue el fútbol de Nacional y Peñarol, pero estos clubes tenían una presencia y un prestigio a nivel internacional que hoy es solo un recuerdo: la última Copa Libertadores ganada fue en 1988 y desde entonces solo alcanzó la final Peñarol en 2011. Esta decadencia no puede explicarse sólo por una cuestión presupuestaria, terreno en el cual existen diferencias insalvables con Brasil, por ejemplo, sino por cómo cambió el fútbol, el mercado de transferencias y la globalización.
Empecemos por el principio. La historia del fútbol uruguayo es la del fútbol de Montevideo, donde se concentró la población y también la elite económica, intelectual y política dominante desde finales del siglo XIX. El desarrollo de este centro le permitió desde comienzos de siglo estar bien preparado para la competencia internacional del deporte: los clubes grandes Peñarol (Central Uruguay Railway Cricket Club hasta 1913) y Nacional concentraron los adeptos de jugadores e hinchas en torno a la empresa de ferrocarriles y a los estudiantes, destacando rápidamente y absorbiendo las diferencias culturales de la nación en construcción.
Por un lado, esto les permitió competir tempranamente, separarse de los colegios ingleses y el estilo británico y concentrar recursos fundamentales para su crecimiento sostenido. Por el otro, a nivel nacional, al desarrollarse en el mismo contexto y cruzarse con las internas políticas, a nivel institucional fue posible organizar un seleccionado nacional y una asociación que los nucleara. Esto no estuvo exento de polémicas, de conflictos y divisiones, lógicamente.
Estas bases, se podría decir, se mantuvieron hasta la década de 1980, momento a partir del cual cambia el fútbol a nivel global y, en paralelo, a nivel nacional. Y en este punto entra la figura fundamental de Paco Casal. El empresario rompió las viejas estructuras, entendió por dónde iba el negocio con la televisación y la globalización, transformando para siempre la estructura del fútbol uruguayo. Lejos de ser siempre transparente en sus métodos o formas de mantener el negocio, lo cierto es que los dirigentes de Nacional, Peñarol y la AUF no pudieron o no quisieron sacarle su lugar central.
Hay varios perfiles y libros sobre la vida e influencia del empresario, agente, representante, “El Rey Midas del fútbol uruguayo”. También él supo tener un perfil público importante y trató de controlar la narrativa en torno a su influencia. Se jacta de haber roto la hegemonía de Nacional y Peñarol, por ejemplo, desde la injerencia de Tenfield, su empresa de televisión que manejó históricamente los derechos de retransmisión del fútbol uruguayo. Desde ese rol, según afirma, propició un reparto más igualitario de los ingresos, la profesionalización y modernización de la gestión de los clubes y mejorar las redes de captación de talentos, favoreciendo así la equidad en la competición.
Lo cierto es que su poder va más allá de la empresa Tenfield y su influencia es anterior y polémica (por decirlo de alguna manera). Por ejemplo, en el Mundial de 1990 se lo podía ver en la concentración y en el banco de suplentes. Luego de la designación de Luis Cubilla como técnico de la selección, los jugadores que jugaban en el exterior, repatriados, se negaron a participar de las convocatorias mientras estuviera en el cargo; eran representados por Paco Casal, enfrentado con el DT. Sus vínculos con Mujica y la salida del presidente de la AUF Sebastián Bauzá o la denuncia de los clubes uruguayos a la Conmebol por la entrega de contratos a Fox son ejemplos también del último tiempo donde los intereses del fútbol uruguayo y de Paco Casal no se diferencian.
Pero, como dije anteriormente, lo que los dirigentes de Nacional y Peñarol no vieron o no pudieron reaccionar fue al cambio en el mercado europeo, que ya mencioné en varias oportunidades. A partir de la década del 90, la flexibilización de reglas para contratar jugadores extranjeros, para incorporar comunitarios y la consecuente expansión de un mercado de transferencias con un centro cada vez con mayores recursos, la exportación de talento desde Sudamérica hacia Europa se potenció.
En este contexto fue donde el empresario hizo su negocio. Ya no era necesario pasar por Peñarol o Nacional ni tener una carrera larga en el fútbol local para ir al exterior. La cartera de jugadores creció y los contactos para ir a jugar a Europa eran suyos y ya no eran tan importantes los clubes como sino la agencia. De hecho, progresivamente también para llegar a primera fue necesario contar con un buen agente. Así, disminuidos económicamente, sin la posibilidad de captar y concentrar todo el talento de los futbolistas del país, fueron año tras año quedando lejos de la pelea a nivel continental.

La situación actual
La realidad de Paco Casal y del fútbol uruguayo también es distinta a la de la década del 90. Más allá del recambio difícil que significó el fin del ciclo del Maestro Tabárez en la selección, el mal Mundial de Qatar 2022 y la culminación de las carreras de los jugadores que mantuvieron a Uruguay en los primeros planos los últimos 15 años (Godín, Suárez, Cavani, Forlan, por nombrar algunos), el futuro también es prometedor. No sólo Valverde en el Real Madrid o Darwin Núñez demuestran la vigencia de en el primer nivel, sino también el reciente campeonato sub20 certifica que la competencia y la calidad sigue siendo de élite.Lo que sí continuó fue un vaciamiento de la competición local.
El mundo de la representación ya no es exclusivo de Casal, sino que hoy se encuentra dominado por GBG- Global Business Group. Pionera en el país, con un presupuesto invertido en captar promesas y formarlas solo superado por Nacional y Peñarol, dando acompañamiento y apoyo además, la agencia de futbolistas se acerca a los jugadores desde mucho antes de llegar a primera (12 años o menos, según sus declaraciones) y se asegura el rédito una vez que el talento explota. Hoy, según Transfermarkt representa futbolistas por un valor de más de 80 millones de euros, donde destaca Mathías Olivera del Napoli y Sebastian Boselli, pretendido por River, entre otros.
El éxito de esta agencia y su estrategia marcan lo que es el modelo de desarrollo del fútbol a nivel local. Los clubes no son los actores protagónicos, la Primera División no es el objetivo, sino un paso: el éxito es emigrar. Por eso Uruguay es el principal exportador de jugadores por cada millón de habitantes, por ejemplo. Otra consecuencia de este deseo, la imposibilidad material, económica y “sentimental” de los clubes de retener, y una competición poco atractiva es que los cracks emigran antes de los 20 años. Suárez, Recoba, Cavani, Valverde, Darwin Núñez no tienen un pasado de impacto a nivel sudamericano antes de su explosión en Europa por tal motivo.
El desafío de reinventarse y poder revertir esta situación es mayúsculo pero también imprescindible. La inversión en infraestructura, cambiar la imagen de una liga donde se juega fútbol áspero en condiciones poco favorables es un buen punto de partida. Explotar los recursos con los que cuentan, no solo Nacional y Peñarol, de manera de poder elevar el nivel competitivo y volver a ser un actor relevante a nivel continental es un objetivo que deberían tener los dirigentes de todos los clubes. Tema que habrá que profundizar en el podcast.
Recorrida por el Estadio
Campo de juego: Lo nombré antes y se volvió una obligación ver algún video del Chino Recoba
Tribuna: el Mítico estadio Centenario fue remodelado y modernizado. Necesario
Conciertos: Roger Waters y La Vela Puerca, entre tantos otros, tocaron en el Centenario.