El traspaso de Doncic a los Lakers: cuando se rompe la burbuja del bien común
El traspaso de Doncic pone de manifiesto luchas de poder e intereses económicos que rompen la unidad de propietarios, empleados, jugadores y fanáticos.
¡Hola! ¿Cómo estás? Después de las vacaciones entré en una traba para escribir y organizarme, por eso volví más tarde de lo que esperaba. Por si alguno le sirve, a mi me ayudó la vieja técnica de ponerme con un cuaderno, una lapicera y arrancar, sin las distracciones que puedo tener en la computadora.
El tema de hoy le venía dando vueltas en distintos momentos del año pasado y no terminaba de ver cómo encararlo, pero volvió a partir del traspaso de Luka Doncic a Los Ángeles Lakers. Cuando estos casos suceden, emergen las diferencias que pueden tener los actores involucrados.
Un traspaso inentendible - desde lo deportivo-.
El 2 de febrero se hizo público el traspaso entre los Dallas Mavericks y Los Ángeles Lakers que enviaba a Luka Doncic a la franquicia de California a cambio de Anthony Davis, junto con otros jugadores y rondas que sirven para cuadrar dentro de la difícil ingeniería financiera de la Liga. Un movimiento que sacudió al mundo NBA y llevó incluso a eclipsar mediáticamente al Super Bowl, para dimensionar el impacto.
No es para menos, porque se trata de un talento generacional que en sus 7 años en la competición llevó a su equipo a unas finales de conferencia y, el año pasado, a finales de la NBA, donde perdió con los Boston Celtics. Doncic es un fenómeno que antes de presentarse al draft en 2018, lideró al Real Madrid en sus conquistas, siendo un adolescente. Y la otra parte involucrada es la franquicia más conocida a nivel mundial y donde jugaron la gran mayoría de los mejores de la historia (y ni aún así son los más grandes). Así que incluso quien tenga un mínimo contacto con la NBA se enteró.
Lo primero que salió a la luz es que el traspaso lo impulsó el General Manager de Dallas, Nico Harrison. Fue él quien se contactó con su par de Los Ángeles y llevó adelante las conversaciones, con el compromiso de total secretismo: sólo lo tenían que saber ellos dos y los respectivos propietarios de las franquicias, que son quienes firman y aprueban finalmente estos movimientos. Por lo que surgió la necesidad de buscarle una justificación deportiva para semejante decisión. Y, sinceramente, no cierra. El hecho que lleve a menospreciar a una estrella como Anthony Davis, número 1 del draft en 2012, líder de tapones por partido 3 veces, dos veces parte del mejor equipo defensivo, campeón olímpico, etc, da cuenta del impacto del esloveno y la magnitud del movimiento.
Si la primera reacción de todos los conocedores del mundo NBA reaccionan pensando que es una locura hay dos opciones: o es una genialidad demasiado absurda o es realmente un error increíble. Y en este caso, todo parece indicar que es lo último. Para empezar, la cuestión de la edad es un dato que dificulta la explicación: Doncic cumple 26 años a fin de febrero, entrando en lo que se considera el pico del rendimiento del deportista en virtud de capacidades físicas y comprensión del juego, mientras que Anthony Davis ya tiene 31 años, contando ya con más años jugados que los que le quedan de actividad. Así que la justificación esgrimida por Nico Harrison que los acerca a su objetivo de ganar ahora y en el futuro inmediato no parece muy acertada.
El equipo de Dallas venía de alcanzar las finales de la NBA, de manera sorprendente, eliminando a los principales candidatos. O sea que estuvo a 3 partidos de ser campeón, ¿Qué movimiento puede garantizar esos 3 partidos?. Además, el plantel se venía armando y reforzando en pos de potenciar todas las posibilidades que Luka Doncic brinda en ataque y cubrir su mala defensa. Ahora nuevamente queda la plantilla desbalanceada, con un hueco grande en el puesto de base, que recaerá sobre Kyrie Irving y un déficit en la gestión de juego que no se compensa con el subidón en defensa que puede significar la presencia de Anthony Davis.
Sin embargo, para poder hacer este movimiento, Nico Harrison tuvo que ponderar de manera distinta las cosas y poner en la balanza lo que serían los puntos negativos. En ese apartado, pusieron el énfasis en la falta de compromiso de Doncic con el cuidado de su cuerpo y la preparación física. Según ellos, el base no se caracteriza por ser responsable y seguir los lineamientos de la franquicia en torno al trabajo físico. No es algo que salga a la luz ahora, sino que desde su llegada a la NBA en varias oportunidades se ha marcado que no estaba en buena forma. Esto además se reflejaría en su tendencia a lesionarse, habiendo jugado entre 61 y 72 partidos de temporada regular (sobre 82 posibles) desde su debut. El problema de este argumento es que Anthony Davis jugó menos partidos en promedio.
Más allá de que pueda parecer contrario a la lógica, la decisión de los Dallas Mavericks de desprenderse de su jugador franquicia se completa con la situación contractual. Luka Doncic era elegible al término de esta temporada por una extensión de contrato que ascendía a 345 millones de dólares en cinco temporadas, lo que se conoce como un supermáximo. Los pocos jugadores en esa posición suelen esperar dicha oferta y no recibirla es una señal de maltrato que puede llevar a rechazar la propuesta e irse como agente libre, sin dejarle nada a cambio a la franquicia. Y, Dallas dudaba en ofrecerlo, lo que motivó el movimiento también.
Y esto viene a poner de manifiesto que si bien todos forman parte de la misma franquicia/club, no todos tienen los mismos intereses, objetivos ni criterios de éxito. Y eso puede ser un problema, sobre todo porque el objetivo final de unos está muy lejos del de otros.
Una imagen que los seguidores de los Mavericks siguen sin poder creer.
Cada cual atiende su juego
Para empezar a ver las motivaciones de los involucrados, empiezo por los dueños de las franquicias. Voy a centrarme en Dallas porque es el que lleva la parte activa y quien lleva las de perder en el análisis deportivo. Para los Lakers se alinean bastante todos los intereses.
Desde el lado de los Mavericks, es importante destacar que a finales de 2023, Mark Cuban vendió la parte mayoritaria de la franquicia a la familia Adelson, por un valor aproximado de 3.500 millones de dólares, después de más de 20 años al frente, y que había adquirido por menos de 300 millones. El empresario mantenía un rol activo en lo que es la gestión deportiva y el día a día, más allá de la figura del General Manager. Incluso se creía que iba a mantener un rol activo en este ámbito desde su lugar de accionista minoritario.
En cambio, la nueva propietaria Miriam Adelson tiene un perfil distinto. Proviene del mundo del juego y los desarrollos inmobiliarios, siendo la familia propietaria de casinos y hoteles en Las Vegas, por ejemplo. La inversión realizada, por su magnitud, no es con el objetivo personal de alcanzar la gloria deportiva, sino la de sumarse a un negocio tan rentable como lo es la NBA. Y, si bien para Cuban también era un negocio - del cual se llevó sus grandes ganancias -, la subordinación implica que, a la hora de tener que ofrecer 350 millones de dólares a un jugador, pagar impuesto de lujo por superar los límites salariales no sea una perspectiva demasiado tentadora.
Sin embargo, pensar sólo en el salario de Luka puede ser una mala lectura. Si bien los límites salariales se calculan en base a los ingresos totales de la NBA como liga, cada franquicia tiene sus contratos particulares y sus ingresos propios, que son los que también hacen la diferencia. Y, en este sentido, la pérdida de un símbolo de la franquicia y la comunidad puede traer grandes pérdidas en corto y mediano plazo, como dice Kike García (especialista en NBA e hincha de los Mavs). Las bajas de audiencias, la pérdida de interés, la desilusión de los hinchas sobre el destino de su equipo excede a los resultados deportivos también.
Por eso una teoría que ganó peso es que los propietarios también utilizan este movimiento en su disputa de poder con el estado de Texas, en torno a la legalización del juego y las apuestas deportivas, donde están prohibidas. Según esto, el movimiento sería una demostración de fuerza, ya que no tienen problema en desmantelar el negocio de la franquicia (que genera también trabajo y beneficios económicos en la comunidad), incluso con la amenaza final de poder trasladar el equipo a Las Vegas. Sinceramente, no lo veo viable, porque me parece una pésima estrategia de relaciones públicas y lobby. Además, la NBA está estudiando una expansión que incluiría una equipo en Nevada. Por eso creo que es más la motivación económica y el deseo de cada nuevo propietario de dejar su impronta y cortar con el pasado.
Desde el lado de Los Ángeles Lakers, los propietarios no tienen esa visión. Por un lado, la extensión de contrato que pueden ofrecerle tiene como máximo 5 años y 229 millones de dólares (¡le sacaron más de 100 millones a Luka Doncic con ese traspaso!). Una cifra mucho más asumible, teniendo en cuenta además que se trata de un mercado gigante, para el cual se garantizan además un talento generacional y carismático.
El que está más en el ojo de la tormenta es Nico Harrison, el GM de Dallas e impulsor del movimiento, como ya dije. Basándome nuevamente en todo lo que describe Kike García sobre la franquicia, su situación dentro de los Mavericks cambió completamente con el cambio de dueño, a pesar de mantener el mismo puesto. A partir de correr a Mark Cuban y las personas que este había designado para la dirección deportiva, quedó como único responsable. Y su concentración de poder tampoco está completa si hay una super estrella, que en la NBA tienen sus propias reglas. Los últimos años se fueron generando rispideces en torno a la forma y preparación física, a la cual siguen insistiendo que es la causa y que prevén un abrupto declive de su rendimiento, y la necesidad de que se adecúe a los lineamientos que establece la franquicia. Doncic, como casi todas las estrellas, cuenta con sus preparadores físicos y nutricionistas, por ejemplo. También fue corriendo gente que era cercana o con la que tenía buena relación el esloveno, lo que demuestra que hay una intención que viene desde hace tiempo y que acá culmina.
Mucho se dijo, y mi primera reacción también fue esa, que se manejó mal, porque sacó pocos activos y no buscó abrir las negociaciones a buscar la mejor oferta. Tener un activo tan codiciado en la liga podría generar una subasta en la que se quede con más jugadores o rondas del draft. Pero, dado el estado de situación, esa estrategia lo único que iba a generar es que el acuerdo se caiga, la opinión pública se oponga, los jugadores tomen riendas y, como consecuencia, el General Manager se quede sin trabajo. Las negociaciones tienen su parte privada, y abrirla e involucrar más actores solo iba a generar complicaciones. El jugador se podía poner selectivo avisando que no iba a renovar, lo que desincentive las ofertas, el público presione para que no se haga y lo echen a Nico Harrison, se estiren las negociaciones perjudicando siempre a Dallas, por poner a Doncic sobre la mesa.
En cambio, de esta manera cumplió con sus objetivos. Primero, consiguió el jugador que, según trascendió, era el que realmente quería. Segundo, pudo sacar del equipo a Doncic, cumpliendo con el fin de que no toda la franquicia gire en torno a su figura y mantener él el poder en el ámbito deportivo. Y, por último, también demostró su gran capacidad de discreción y capacidad de negociación para el puesto (aunque, los resultados sean deportivamente malos).
Los hinchas, los fanáticos, quedan en el lugar de querer que a su equipo gane, de esa identificación y sentimientos que generan, y que son el motor de toda la industria, pero no terminan siendo rehenes frente a los otros juegos -de poder y económicos- que son quienes finalmente deciden. Y está bien que así sea, porque cada sector tiene sus propias lógicas. El problema es cuando lo deportivo, que es lo que une los distintos sectores y racionalidades, queda totalmente subordinado. Ahí es cuando se rompe esa ficción en donde todos creen que quieren lo mismo y que para todos significa lo mismo estar en una franquicia.