Construyendo un imperio: El discurso de Tapia sobre su gestión en la AFA
Un análisis sobre lo que dijo en su entrevista en el medio Gelatina con Pedro Rosemblat.
Hola, ¿cómo estás? Los últimos días vienen con muchas ideas que no encuentro tiempo todavía para desarrollar, como el aumento de las entradas de la Premier, la cuestión de la piratería y dónde queda el hincha en esa discusión, o los primeros movimientos de la geopolítica del fútbol a partir de Trump. Son algunos temas que tengo ahí en el anotador para desarrollar, si hay alguno que quisieras también que profundice, decimelo.
Pero en medio de todo esto, apareció el Chiqui Tapia con una entrevista en profundidad en el medio Gelatina, con Pedro Rosemblat. Y, a pesar de ser una de las figuras principales del fútbol argentino y sudamericano, es rara su exposición pública de esta forma. Si bien les recomiendo escucharla, la idea no es hacer un minuto a minuto sino tomar las cuestiones que más tienen que ver con el análisis que hago acá, por lo que una primera parte va a ser sobre el poder y la segunda la gestión del fútbol. ¡Vamos con eso!
De la construcción de poder.
Los momentos de la entrevista donde el Chiqui Tapia se refirió a su llegada a la presidencia de la AFA y la construcción de su poder en línea generales coincide con lo que vengo escribiendo acá desde el principio. No es una casualidad que sea el presidente de la AFA, sabe cómo lo hizo y también de qué manera lo puede mantener. Ante el vacío de poder que se generó a partir del fallecimiento de Grondona, paulatinamente fue construyendo sus oportunidades y negociando para ir creciendo.
El punto de partida, entonces, que vale la pena rescatar es su vínculo con Grondona y con el grondonismo. Le reconoce en la entrevista su manejo, su forma de conducción del fútbol argentino así como también esas primeras oportunidades que le dio de vincularse con el mundo de las selecciones y la gestión. Pero, sin demasiadas vueltas, también sentenció que el grondonismo murió con Don Julio. Esto es lo que él se encargó de construir, a la par que para eso destruyó legados simbólicos de su antecesor, como es el cambio de nombre al predio de la AFA o la desaparición de Arsenal de Sarandí de los primeros planos.
A lo largo de su relato de construcción el Chiqui se ubicó y caracterizó a su coalición de poder de la periferia, frente a un centro dominado por los ricos y también por los principales medios de comunicación, siempre con intereses particulares. Esta construcción cuenta con elementos para sostenerse, tanto por los clubes que lo apoyan, principalmente del ascenso y del interior, como por su clase y actividad profesional, lejos de la pulcritud del mundo empresarial moderno. Por tal motivo, dice que fue subestimado tanto él y su grupo por ser los “negros, gordos y feos del ascenso”. Este hecho lo refuerza al hacer referencia a las críticas a su gestión, principalmente a la organización del torneo, que proviene de gente que no camina el interior ni conoce las realidades lejos de Buenos Aires, según él.
Pero si el escenario caótico y de desorganización, recordemos que era la época del 38-38 y de intervención de la AFA, fue la posibilidad que le abrió las puertas de las oficinas de Viamonte, para mantenerse iba a ser necesario reconstruir su poder. Tal como dije en otras oportunidades, para él lo urgente era reconstruir la economía de la institución y recuperar el proyecto de selecciones. Durante la entrevista reconoce la posición de debilidad sobre la que negocia en esos primeros momentos en dos oportunidades. Por un lado, tener que desprenderse de la primera división para la explotación comercial por parte de la Superliga, bajo la dirección de los clubes grandes.
Por el otro, la designación de Jorge Sampaoli al frente del seleccionado frente a las últimas fechas de las eliminatorias y el posterior mundial de Rusia de 2018. En este apartado, apremiado por las urgencias principalmente de unas malas eliminatorias, se decantó por la elección que todos querían. Sin especificar cuáles eran sus planes, ni quiénes le exigían eso, en la entrevista lo plantea como una decisión que no encajaba con su proyecto de selecciones, aunque también tenga que ver con lo negativa que fue la experiencia tanto en resultados como en formas. Sin embargo, una vez reorganizada financiera y logísticamente la selección, su objetivo de reconstruir la selección se relacionaba con un proyecto de identificación e involucramiento que excedía los resultados.
Una cosa es estar en el poder y otra es tenerlo completo, el Chiqui lo entendió y para eso empezó a buscar controlar los recursos que pudiera permitir ejercerlo y revertir esa debilidad. Ahí destaca la figura de Menotti. Aprovechando su experiencia y lectura, fue fundamental para convencerlo también de sostener a Scaloni. La jugada entonces tenía una doble cara: por un lado, el contenido futbolístico, apoyado tanto en Menotti como en el equipo de Scaloni, con una clara impronta de la Era Pekermán. Por el otro, al ser una apuesta suya, la capitalización también sería sólo suya en caso de éxito. Una jugada arriesgada, pero que tenía sentido: si elegía a los que “querían todos”, la elección segura, no iba a quedar en el ojo de la tormenta, pero tampoco consolidar su poder.
Sinceramente, no tiene sentido hablar de qué podría haber pasado si salía mal, porque el resultado fue más exitoso de lo que se podría haber imaginado. Lo cierto es que con paciencia, desde su lugar institucional logró mantenerse en el centro e ir consolidando sus recursos de poder. Así, mientras la selección nacional le daba valiosos recursos económicos y simbólicos (la vuelta de Messi, por ejemplo), la reorganización del fútbol femenino (en sus comienzos) le daba iniciativa y los cambios del ciclo político le permitían ir por el otro bastión: el torneo de primera. La pandemia, entonces, lo encontró con una AFA estructurada, el macrismo habiendo perdido el poder nacional y también en Boca, Tinelli incapaz de manejar San Lorenzo y habiéndose refugiado en su programa de televisión, y ninguna figura de peso interesada en controlar el fútbol argentino.
La apuesta por Scaloni fue futbolística y también de un proyecto de poder (foto via Diario de Río Negro).
Sobre la gestión del fútbol
El otro aspecto importante que salió en la entrevista de manera directa fue la gestión del fútbol, qué hacer una vez que ya se tiene ese poder. Este es, quizás, el punto donde más críticas recibe el Chiqui Tapia: el fútbol argentino parece un terreno sujeto a cambios de formatos y competencias según conveniencia, no hay un plan de valorización del torneo y los arbitrajes son claramente influyentes en los resultados, favoreciendo a los equipos del poder o perjudicando a los que se enfrentan. Podrían ejemplificarse estas críticas con un cuadro que resuma la cantidad de equipos y torneos distintos los últimos 4 años, los cheques que reciben los campeones o los numerosos videos de penales inverosímiles del ascenso, siempre a favor de los mismos equipos.
La ventaja que tienen este tipo de entrevistas en las cuales el entrevistador no es un personaje del medio ni es un ámbito deportivo es que le permite al entrevistado construir su oposición, traer los argumentos que quiere rebatir y poder presentar su punto de vista más allá de las repreguntas. No es una crítica a Rosemblat, que tocó temas relevantes y no fue necesariamente “un tira centros”, sino un hecho: al no ser un programa deportivo ni él una figura que trate asiduamente los temas del fútbol argentino, no es una voz pública frente a la cual confrontar o intercambiar opiniones. Un acierto por parte del presidente de la AFA.
Lo primero que me interesa remarcar es que “el Chiqui” en la entrevista hizo hincapié en que las decisiones son colectivas, ya que son propuestas y votadas por los clubes, además de poner énfasis todo el tiempo en que están pensadas para su beneficio. El hecho de destacar al final que no tiene ambiciones en otras esferas como la política nacional cierra la narrativa de ser un hombre del fútbol trabajando por el bien colectivo del fútbol, pero sin renegar de sus ambiciones personales (“Todo dirigente sueña con ser presidente de la AFA”). Desde ese lugar, su defensa también tiene más sentido.
El tema principal para tratar la organización de los torneos fue la cantidad de equipos. Y construyó por un lado una oposición que argumentaba que así se hacen en Europa y por eso se tienen que hacer acá también. Por eso se refirió a los torneos Nacionales y Metropolitanos, como antecedente a lo que sucedía hoy en día, así como también los nuevos torneos apuntaban a la incorporación de equipos, como son lo muestran la Champions League, el nuevo Mundial de Clubes y la Copa del Mundo 2026. Además, utilizó a Central Córdoba como un ejemplo de que el fútbol argentino es competitivo a nivel internacional, y que incluso se priorizó armar un calendario que bajara la cantidad de partidos del torneo local para favorecer el desempeño en las competiciones internacionales (esta frase merecería casi que un artículo de análisis en sí mismo).
Otro punto central de su argumentación es el rol de los clubes y del fútbol argentino en el escenario intencional, que además es coincidente con la estrategia de torneos de un gran número de equipos. Para él, el fútbol argentino es formador: los clubes producen el talento que vienen a buscar desde afuera por toda la infraestructura que desde las divisiones inferiores tiene compitiendo a los chicos entre los mejores. Esta producción de jugadores y la demanda que genera en el exterior se favorece si hay más equipos en primera, según sus argumentaciones, porque hay más chicos compitiendo entre sí en las formativas y también hay mayor cantidad de jugadores en la elite. Esto no socava la competitividad, como lo demuestran el caso de Central Córdoba en la Copa Libertadores y lo codiciado que es el juvenil argentino.
Más allá de estar bien preparada la defensa del sistema actual, creo que en los hechos se devalúa y que la organización no está pensada para potenciar lo deportivo sino por cuestiones políticas. Podríamos argumentar sobre cómo se diluye el valor de cada futbolista en el mercado, sobre cómo el espectáculo también pierde calidad porque ni los clubes ni todos los jugadores están preparados para ser de la élite y cómo todo esto atenta a la sostenibilidad económica de los clubes que se dice que son los beneficiarios de la medida. Esta es mi posición, y no quería dejar de decirla, pero lo importante era analizar el mensaje del presidente de la AFA.
Recorrida por el estadio
Como estoy escribiendo un día de lluvia, voy a ir con esa temática hoy.
Campo de juego: Golazos picándola bajo la lluvia.
Tribuna: Me encantan los videos cuando llueve y la cancha empieza a cantar y saltar, fuera de contexto de partido.
Museo: Maradona en un partido en Barcelona con la cancha inundada.
Muchas gracias por leer y compartir un rato. Cualquier cosa no te olvides que podés dejar mensaje o comentario. Nos vemos la próxima