El Mundial no es todo, pero como ayuda.
Ante la falsa superioridad moral de criticar el consumo del mundial, el evento que capta nuestra atención es una oportunidad para sumar intereses, conocimientos, relaciones y momentos compartidos.
Hola! ¿Cómo estás? Yo empezando a sufrir la falta de partidos durante todo el día y esa sensación de que empieza a terminarse el Mundial. Sí, ya sé, falta mucho y lo más definitorio, pero primero empiezan a recortar la cantidad de partidos por día, después vienen los días sin partidos y, listo: terminó el torneo y a esperar otros cuatro años. Muy efímero todo, aunque con las tensiones que hay en cada partido, quizás sea mejor así, ¿no?
La semana pasada escribí sobre el Mundial como un producto diluido. Y, la verdad, un poco de culpa me da hablar mal de algo a lo que le dedico tanta atención y también me da tanto. Así, un poco para reivindicarme conmigo mismo y, otro poco, para volver el foco contra mis verdaderos rivales: los que critican el fútbol desde una supuesta altura intelectual o moral. Así que, ¡vamos con eso!
Contra los oportunistas de siempre
Como cada oportunidad en la que los eventos masivos y populares empiezan a organizar la agenda o alteran la normalidad, aparecen unas voces críticas de estos comportamientos. Desde una altura moral e intelectual, juzgan que eso está mal y que es la causa de la decadencia de la sociedad. Como siempre, el que cae en esta trampa de manipulación, distracción y pérdida de foco en lo importante, es el otro.
En esta oportunidad, el foco estuvo en el supuesto debate sobre las horas de clases de los chicos en edad escolar y cómo podía ser que entraran más tarde o salieran más temprano (según el partido), en lugar de tener las horas de clase que correspondían. Según esta postura, el mensaje que se transmite como sociedad (¿?) es que es más importante un partido de fútbol que ir a la escuela. Poco hay de interés en la calidad educativa en quienes enuncian estos juicios morales y es más una excusa para plantarse críticamente.
Una forma de detectar estas falsas preocupaciones es ver cuánto dedican en la cotidianeidad a estos temas. Casi la totalidad del tiempo está ausente de su discurso público y es sólo ante alguna eventualidad que altera el desarrollo normal de la actividad diaria cuando toman partido. Tampoco queda en claro si saben qué se estaría perdiendo por unas dos horas de clase o el impacto real, porque lo importante es la postura. Que se sabía hace tiempo, que se planifican las actividades y se reorganizan teniendo en cuenta estos eventos no es relevante, parece.
Esta visión es, además, adultocéntrica. “Para los chicos lo importante es la educación y tienen que estar en la escuela”, mientras que el Mundo Adulto se reorganiza en función de adaptar sus horarios y actividades en torno a los partidos de fútbol. Podrían argumentar que también le parece mal eso, que los empleados tienen que cumplir su horario y producir, o sufrir respectivos descuentos. “Si tantas ganas de ver el Mundial tienen, que se tomen vacaciones”. Todos argumentos que refuerzan la misma postura: organizarse en función del fútbol es un privilegio para unos pocos, y entre ellos no están alumnos ni docentes.
Además, es, desde el punto de vista humano y de desarrollo de las infancias, una negación de su condición de personas. Como están en etapa de formación, su obligación es estar en la escuela. No importa que las calles se llenen con propagandas del Mundial, que las conversaciones giren en torno a los partidos, que junten figuritas o tengan camisetas: todo eso, en realidad, es parte que los adultos convidan, pero a ellos no les corresponde más. Sus deseos, su ilusión, su sueño, todo después de la escuela. Al final, más que superioridad moral e intelectual, hay solo crueldad y exclusión.
(Comentario necesario: es responsabilidad de los adultos también incluir a quienes no les gusta ni se sienten interesados por nada de esto. Que la fiesta del fútbol sea sin nadie sufriendo).
El Mundial como excusa
Retomando la línea sobre lo que escribí acá, sobre la falsa idea de que el Mundial es usado por la clase política y genera beneficios para los gobiernos, es necesario reforzar que, más allá de ocupar el mayor espacio y atención de cada uno, la temática no queda reducida al fútbol y creer eso es sólo un acto de pereza intelectual.
En una época donde los partidos se miran con un celular en la mano, las plataformas compiten por mantenernos dentro el mayor tiempo posible y las asociaciones estudian formas de hacer más atractivos sus partidos (por favor, FIFA, no), creer que las personas tienen la atención en una sola cosa es, a esta altura, bastante ingenuo. En el medio del partido, entrás a internet o a redes sociales y te enterás otras noticias. Si el producto que compraste está más caro que la vez pasada, también lo vas a notar aunque tengan en el negocio un televisor pasando un partido.
De la misma manera, es una oportunidad para relacionar temas que te interesan, descubrir nuevos o aprender, teniendo en cuenta que ya hay atención en un tema. Esto abarca desde lo educativo formal (geografía, banderas, climas, población, economía, política, y un montón de temas de todos los niveles que se pueden relacionar a partir de la competición) como lo económico y profesional. Lo difícil que es captar la atención y el interés en esta época de estímulos constantes y variados, que esta ya esté en un lugar focalizada es una ventaja, no un problema, si se sabe encarar.
Este Mundial, a diferencia de anteriores, yo vi un montón de “mundiales alternativos”. Utilizando de excusa los partidos de fútbol, enfrentar a los países en otras variables. Así vi intentos de un mundial ambiental, de transparencia, de inflación (¿?)… también siempre está quienes tratan de sacar conclusiones entre resultados y decisiones políticas o realidad económica, pero de esos recomiendo alejarse, porque más que hablar de un tema quieren tener razón.
También es una buena forma de generar o recomponer lazos sociales. En ámbitos que pueden ser hostiles o competitivos, como en el trabajo, tener un tema y un interés común permite hacerlos luego más humanos. Ya sea por encontrar una forma de romper el hielo en una conversación, de hablar más seguido informalmente, estos contactos acercan a las personas y facilitan el desarrollo posterior de las actividades.
La cuestión importante entonces, tanto en ámbitos profesionales, económicos, formativos y de convivencia, es que un Mundial es un evento que ocurre cada cuatro años y dura un mes, pero que la vida sigue una vez que finaliza este. Por eso, hablar de medioambiente, por ejemplo, y relacionarlo con el fútbol es una oportunidad para el día de mañana haya más gente interesada en la temática, en estudios comparados, en conocer nuevas realidades. O, por qué no, esa conversación casual en tu trabajo puede servir para el día de mañana destrabar una situación problemática o una tarea que no salía y era urgente. Ojo, quizás no sea útil y eso también está bien: no todo tiene que ser con un fin productivo o bajo lógica utilitarista. Pasar un rato distendido puede ser un fin en sí mismo y es válido.
Siendo un evento tan alegre y que sirve para tantas cosas, ponerse en la falsa postura de superioridad moral e intelectual para criticar al resto, es un desperdicio.
Recorrida por el estadio
Siguiendo las recorridas por distintos mundiales, hoy es el turno de Corea-Japón 2002, el primero organizado en dos países, en el marco del sistema de rotaciones de Blatter.
Campo de juego: La explosión de Ronaldinho, la consagración de Ronaldo y Rivaldo. Brasil fue un gran campeón.
Los estadios: La innovación y tecnología al servicio de las construcciones que hoy presenta Qatar tuvieron su aparición en el escenario público en este mundial.
Sala de juegos: A mi me encantaba este FIFA. Podías jugar los desafíos entre continentes y un equipo de estrellas mundial incluso.
El Museo: La goleada de Australia (todavía jugaba en Oceanía) contra Samoa por 31-0.
Si te gusta lo que hago en Cuestión de Estadio y conoces a alguien que le vaya a interesar, compartiselo!