El Mundial de Clubes en tiempos de Trump: cuando el fútbol se encuentra con la geopolítica
Una mirada a la construcción del éxito, del show y del escenario global en el que se desarrolla este Mundial de Clubes
Hola! ¿Cómo estás? Entre mudanza, problemas en la casa y que me enfermé, realmente me pasó las últimas semanas me pasaron por encima y estoy todo el tiempo corriendo atrás de las cosas. Por suerte las formas de organización (excel finanzas, agendas y tableros de control) resistieron y de a poco puedo ir ordenando.
El invento de Gianni Infantino en su disputa del control del fútbol mundial -del negocio, bah- resultó ser mucho más interesante de lo que parecía en la previa: un torneo para los grandes equipos europeos se transformó en una competición que tiene todo. Y como tal, me parece que empezar con algunos comentarios sobre el show y también el contexto geopolítico. ¡Vamos con eso!
Show, quizás demasiado
Las primeras semanas de la competición pusieron a esta competición, que se hizo paso en un calendario saturado sacándole vacaciones y descanso a los jugadores y entrenadores, en el centro con dos grandes sustentos: la transmisión gratuita y exclusiva de DAZN y la narrativa de igualdad, de un torneo que había algo en juego realmente. En ambos casos, el impulso lo llevó Sudamérica. Los horarios de los partidos hacen que el público masivo europeo no haga acto de presencia, más allá de los seguidores de sus equipos, ya que no están acostumbrados a que estos no se acomoden a sus preferencias. Por el otro, la necesidad de demostrar que no existía tal inferioridad venía justamente de este lado del Atlántico y fueron los equipos brasileños quienes lo demostraron en la cancha.
Del lado de Argentina, Boca parecía pegar sobre la mesa poniendo sobre las cuerdas al Benfica y complicándolo al Bayern Múnich, aunque después terminó sin poder vencer al Auckland City, y River le da demasiadas dudas a sus hinchas, a pesar de la presencia de Gallardo, y terminó también eliminado en primera ronda. El Al Hilal con su partido frente al Real Madrid convenció a muchos dudosos del poderío Árabe, y Messi puso al Inter Miami en segunda ronda, dejando atrás al Porto. Pero además, los hinchas pusieron mucho color y mucha previa que le dieron un carácter universal, aunque también muchos estadios vacíos que van a dejar cuestiones para replantearse.
Seguramente los equipos europeos terminen dominando y siendo casi la totalidad de los representantes a partir de cuartos de final, lo que no bastó para que equipos como el Chelsea sacaran a relucir la típica excusa de las condiciones climáticas, el momento del calendario o seriedad con la que se toman el torneo. Creo que Luis Enrique fue el más atinado en sus declaraciones, sobre la importancia del fútbol sudamericano, pero no creo que desde Europa sea una opinión mayoritaria. Sin ir más lejos, una voz destacada en Twitter como MisterChip cuestionó la presencia de Auckland City primero y la necesidad de dar cupos a los principales equipos europeos. En el fondo, aunque no se animen a decirlo, lo que quieren es el show para ellos y que sean quienes inviten: la Super Liga europea tiene terreno firme en la lógica de sus seguidores.
Para completar el contexto, en un producto pensado para consumo televisivo principalmente, se volvió a agregar elementos de show. Si los mundiales de selecciones se caracterizan cada vez más por ser un evento de la FIFA, en este caso parece haber incorporado mucho de la organización norteamericana, que sinceramente no tiene mucho lugar ni lógica en el fútbol. La presentación de jugadores de manera individual en lugar de la salida de los equipos es una ruptura con la tradición del deporte que además se vuelve tediosa. Salir acompañado, con TU equipo tiene un peso simbólico para el jugador y para el hincha que no puede abandonarse por el show.
Otro cuestión que me llamó la atención es la cantidad de pausas para refrescarse (cooling breaks) en partidos donde las condiciones de temperatura no parecían justificarlo. Teniendo en cuenta la necesidad de crecimiento del negocio agregando partidos e inflando así contratos televisivos, puede ser la puerta de entrada a la división de los tiempos para poder hacer pausas comerciales, al estilo la pausa de los dos minutos en la NFL. Inicialmente se puede justificar por cuestiones de salud, como fueron los 5 cambios permitidos por equipo en época COVID, y que después se extienda y normalice. Y, teniendo en cuenta que los mundiales se juegan en verano, puede haberse abierto una puerta de negocio que desnaturalice la competencia tal como esta.
Finalmente, el éxito de estas jornadas fue inflado por el dispositivo de comunicación oficial: empezaron los rumores sobre la posibilidad de realizarlo cada dos años o los países interesados en ser la próxima sede. Nadie con una visión medianamente seria podría considerar esto como real, porque la evaluación se hace una vez finalizado el torneo. ¿Cómo podés analizar sin que se haya jugado siquiera el partido más importante de todos, la final?. Pero sí sirve para generar esa narrativa de éxito que haga el negocio más sustentable y atractivo, e incluso permita iniciar un proceso de subastas de sedes, algo lucrativo de los últimos años.
La voz de Tebas en contra de este torneo también puede ser un llamado de atención, porque el desbalance en los presupuestos puede concentrar aún más al pequeño grupo de ganadores, aunque eso ameritaría una entrega aparte. Pero lo cierto es que el fútbol demostrar su vigencia, y lo más importante, la capacidad de dejar huella en el imaginario colectivo, algo que ningún sportraintment puede generar, y no se puede medir en visualizaciones.
Un amigo me mandó un mensaje: “Estados Unidos es tremendo, te organiza el Mundial de clubes, la guerra mundial y las finales de la NBA al mismo tiempo”.
El Mundial en la casa de Trump
Estados Unidos entró en la disputa con Medio Oriente por ser sede de grandes eventos internacionales de manera decidida. Si la Copa América 2024 había dejado interrogantes sobre su capacidad organizativa para el Mundial, en este caso sólo parece haber reproches a las condiciones climáticas. Sin embargo, la presidencia de Trump y la cercanía de Infantino con él, nos deja situaciones como la que vivió el plantel de la Juventus antes de su debut visitando la Casa Blanca.
El accionista mayoritario de la Juventus es John Elkann, presidente de Fiat y de Ferrari entre otros puestos. De ahí la cercanía con Trump, quien además está interesado en la relocalización de las fábricas en Estados Unidos, revirtiendo el proceso de deslocalización de la producción (que es en términos económicos eficiente). La industria automotriz, en este sentido, cumple un rol clave, como demuestra la centralidad de la política de aranceles en dicho rubro. Todo bajo la atenta mirada de Infantino, quien se pasea por el mundo como un Papa popular. Por ahí puede explicarse la presencia del conjunto turinés.
Como no puede ser de otra manera con Donald Trump, cualquier momento de exposición se convierte en una oportunidad de dejar una declaración o intervenir en una situación delicada. Así, la visita protocolar se convirtió en otra oportunidad para su cruzada y pelea contra los fantasmas de los transgénero y la agenda woke, en este caso en las competiciones deportivas. Tratando de involucrar a los jugadores y ponerlos de su lado, preguntó si una mujer podría jugar en su equipo, recibiendo silencio y risitas incómodas antes de la respuesta recordando al equipo femenino del club. Luego, el tema fue la situación entre Irán e Israel, y si Estados Unidos iba a bombardear o participar en el mismo. Todo con los jugadores de fondo y el trofeo del Mundial de Clubes.
La presidencia de Trump y el contexto internacional parecen constituir un desafío para el lema de la FIFA “Football Unites” y “Unite and Peace”. También lo será para el Comité Olímpico Internacional, quien luego de una ceremonia de inauguración en Paris 2024 celebrando la diversidad puede encontrarse con Los Ángeles 2028 en plena “batalla cultural” en favor de la segregación. En tal caso, no parece ser un problema para Gianni Infantino, que ya demostró que es capaz de mirar para otro lado en torno a cuestiones de derechos humanos también.
Merece una entrega aparte la cuestión de las sanciones a Rusia, su exclusión y declaraciones en pos de una vuelta al mundo de las competencias internacionales, así como las diferencias de situación con Israel, por ejemplo. Pero la FIFA parece no darse cuenta de los desafíos que implica este juego diplomático y el contexto de inestabilidad. Si la imposibilidad de Taremi, jugador del Inter Milan, de llegar a disputar el Mundial de Clubes por estar en Teherán cuando comenzó el ataque de Israel sobre Irán no es una llamada de atención, es por la práctica que tienen desde la organización con la problemática de la guerra, principalmente en África.
Sin embargo, cuando Estados Unidos es el protagonista, se vuelve más complejo el escenario. Para empezar, la situación inédita entre estado de California y el poder central, con el envío de la Guardia Nacional y la amenaza al gobernador demuestran una intención de escalar los conflictos por parte del presidente. La política nacional e internacional agresiva que lleva adelante pone en situaciones incómodas a sus aliados también.
El discurso anti inmigración de Trump junto con las redadas y promesas de deportaciones masivas de inmigrantes ilegales se complementa con amenazas tanto a México como a Canadá. La tensión entre los organizadores del mundial así como la libertad de movimiento que exige la logística del evento chocan con esta realidad que puede convertirse en un calvario para mucha gente. Sin embargo, hay sobradas muestras de que el fútbol espectáculo esto lo va a tapar y va a parecer solucionado. Lo que ocurre es que el fútbol fenómeno popular va a desbordar al evento, con consecuencias en las relaciones que exceden las intenciones que puedan tenerse desde la elite política.
Las tensiones a las que pueda estar sometido el fútbol como fenómeno que une (porque el lema de la FIFA es correcto), entonces, pueden generar un desafío a quienes conducen, que a su vez se transforme en un límite al negocio. Porque una de las cosas que hacen tan atractivo y lucrativo al fútbol es la autenticidad y la cercanía de la gente: perder este atributo por show o política es algo que no se pueden permitir.
Recorrida por el estadio
Campo de juego: los equipos argentinos no estuvieron bien pero los jugadores sí. Sus goles.
Tribuna: la historia de sufrimiento de los hinchas del Urawa de Japón
Museo: El primer intento fue el Mundial de clubes del 2000. Faltaba todavía globalización del fútbol me parece.
Gracias por leer y dedicarle tiempo. Siempre espero que el producto esté a la altura. Cualquier comentario para mejorar, debatir o simplemente opinar es bienvenido. Hasta la próxima.