El dinero no es todo, pero como ayuda
Las cifras que se manejan en el deporte crecen año tras año. Lo que antes era una locura pagar para un jugador (Jordan, Ronaldo), hoy son cifras naturales. Se puede ganar sin plata?
Hola, cómo estás? Finalmente el City ganó la Champions y el mejor técnico de todos consiguió reencontrarse con el trofeo sin Messi. Chicanas futboleras mediante, sus innovaciones tácticas lo llevaron a ser campeón con 4 centrales y un 9 de área en cancha: ¡qué viva el fútbol! Igual, era justo y merecido por lo que viene jugando el equipo. También terminó la NBA y el Serbio domador de caballos, lejos del físico prototípico del deportista, conquistó el anillo. Un amigo me lo señaló como el mejor hace ya más de 5 años, así que para mí ese logro es suyo (aunque sea de los Celtics, como toda persona de bien).
Por eso, mientras pensás en 3 personas a la que les podés contar y compartir el podcast de Cuestión de Estadio, te propongo que encaremos el tema del dinero y la concentración en el deporte. ¿La única forma de salir campeón es invirtiendo millones? ¿La concentración puede hacer perder el factor sorpresa, tan importante para el relato del deporte? Es un tema que no va a tener una solución en este espacio pero sí sirve para disparador. Así que, vamos con eso!
Campeonato económico? No, pero…
Empecemos por el principio. ¿Se imaginan un fútbol donde los resultados sean previsibles, no haya espacio para la sorpresa y sólo lo miremos por el placer del juego en sí? Yo no. Se me ocurren muchos deportes que podría mirar que tienen muchas más emociones y anotaciones por partido. Pero incluso pensando en el básquet, si no existiera la posibilidad del batacazo, del débil poniendo de rodillas al fuerte, el espectáculo tendría mucho menos atractivo.
La sorpresa del resultado no es el único motivo por el cual un partido o un torneo pueden ser atractivos. El Bayern Munich ganó su undécima liga consecutiva y no por eso la Bundesliga pierde atractivo. (Más allá de lo dramático y cómo se le escapó este año al Dortmund). Podría uno decir que los otros equipos sí encuentran algo para lo que jugar y sin estar definido de antemano, pero también lo hacen con la ilusión de ser los que le corten la hegemonía al gigante.
En pleno mundial de Qatar 2022 leí un informe sobre los campeones del mundo y la cotización de los planteles. Básicamente planteaba que los últimos campeones mundiales salían de los 4 planteles con mayor valor de mercado y que era posible predecir la final en base a estas cotizaciones. Argentina antes de empezar la última copa no estaba en este grupo, así que podemos decir que estaba equivocado. Pero más allá de eso, es bastante obvio que los mejores jugadores suelen ganar, porque por algo son los mejores, ¿no? (Más allá del ventajismo de contradecirlo después del resultado, tiene muy buenos datos y es recomendable).
Y acá es donde entra el negocio, la globalización y la concentración del mercado (y de títulos). Hay una realidad: a la par que el negocio fue creciendo, se fueron concentrando y limitando el número de campeones en las distintas competiciones europeas, que son el centro de este mercado internacional del fútbol. Si bien el título del Leicester es un refugio para los amantes de la Premier y representa ese mito de posibilidad de superación, lo cierto es que la hegemonía del Manchester City los últimos años es incuestionable: el Liverpool le pudo arrebatar una sola, quedando segundo en dos oportunidades con más de 95 puntos, una locura.
No es la única reducción de títulos: en España desde 2004 solo ganan Real Madrid, Barcelona o Atlético de Madrid; en Francia el PSG se impuso con sus millones y el Lille dio la sorpresa en una oportunidad; ya mencioné el caso alemán, Italia tuvo sus 9 títulos seguidos de la Juventus, aunque el título del Napoli parece dar aire renovador. Y si nos vamos a las competencias europeas, España, Italia, Alemania e Inglaterra concentran a los ganadores desde hace casi 20 años (un poco más abierto en Europa League, donde manda el Sevilla igualmente).
No es algo novedoso: los equipos grandes, sobre todo desde la instalación del profesionalismo, se convirtieron por poder atraer más gente a los estadios, contratar mejores jugadores y ganar campeonatos. El problema es que a partir de finales de los 90 el mercado se transformó tanto en torno a los montos que se manejan como al volumen de transferencias y movilización de jugadores. El aumento del capital consolidó a Europa como el centro y un mercado importador, mientras que Sudamérica y África principalmente se transformaron en exportadores de talento. Como ejemplo, basta ver cómo era la relación de triunfos en la Intercontinental en el siglo pasado y el Mundial de Clubes en este.
Así, con la sorpresa cada vez más difícil, los grandes equipos cada vez más consolidados y alejados de la posibilidad de la derrota, las competencias van perdiendo su atractivo para los hinchas. La Superliga europea, ese intento de concentrar el espectáculo, las audiencias y la plata entre los “grandes” de Europa confirma que el objetivo comercial está por encima del deportivo y que es deber de los hinchas defender a sus clubes de ese destino. “Los mejores contra los mejores solamente”, y el fin de la esencia del fútbol.

No alcanza con tener plata… hay que jugar bien [al fútbol]
No todo está perdido. Si algo confirmó esta última etapa del Chelsea es que la chicana de Ramón no estaba errada: millones y millones para terminar en mitad de tabla. El problema de la concentración de recursos y talento puede tener dos salidas provisorias. Por un lado, la Premier League es la liga donde más equitativo es el reparto de los ingresos generados y tiene como resultado el torneo donde tanto la zona baja como la zona media puede disputarle de igual a igual a los primeros. El proyecto del Brighton que se metió en clasificación de Europa League es una muestra del contraejemplo al despilfarro de millones.
El método Monchi en Sevilla es otro ejemplo de un club que, imposibilitado de competir contra Real Madrid y Barcelona, apuesta a la innovación y busca el talento fuera del radar tradicional. Wenger en la Premier League antes de llegaran los dueños multimillonarios a romper el mercado también construyó su éxito así. Por último, el Nápoli salió campeón este año con un equipo armado con jugadores bajo radar, apuestas y juveniles teniendo un plantel donde las piezas claves no fueron centrales en las grandes ligas previamente.
Dos comentarios más sobre los problemas y escapes a la concentración de talento y recursos. Por un lado, la NBA en su nuevo convenio entre propietarios y jugadores limitó la concentración de talento penalizando más a los que se exceden de los topes salariales y el impuesto de lujo. Golden State Warriors es la dinastía desde 2015 y año tras año pagan cifras récords en impuesto de lujo. Con el nuevo convenio no sólo sería mucho más costoso mantener ese equipo sino que nunca hubieran podido sumar a Kevin Durant, haciendo de la liga una competición más pareja. Además, el scout mundial de talentos permite que aparezcan las sorpresas desde la segunda ronda del draft provenientes de Europa que se convierten en dominadores de la liga, como son Giannis Antetokoumpo y el flamante campeón Nikola Jokic.
Por último, la realidad del fútbol sudamericano también cambió con la globalización. Por un lado, Brasil se consolidó los últimos años como dominante y mercado importador de sudamérica. El peso propio de su economía genera un volumen de recursos mucho mayor que el resto de los países y la estructura de competición, donde no hay hegemonía clara y todos pelean por algo, lo transforma en un producto atractivo, más allá de ser el principal exportador de jugadores del mundo. Dependerá de la astucia, innovación y la suerte para cortar este dominio en las copas de la Conmebol.
Por otro lado, ya los grandes de cada país no son los que concentran el talento a nivel interno. Antes, en líneas generales, era paso obligado para un juvenil de un equipo chico pasar a uno grande para dar después el salto a Europa. Ahora, las redes de scouting, los contactos y los intermediarios logran transferencias directas. Eso podría explicar, por ejemplo, que Nacional y Peñarol lleven tiempo sin peso en la Copa Libertadores.
Recorrida por el Estadio
Hoy la recorrida va dedicada a campeones.
Campo de juego: si bien el City ganó esta Champions, lo hizo en Estambul, donde se jugó una final icónica: Milan vs Liverpool en 2005.
Tribuna: bah, más que tribuna, ciudad. Denver y sobre todo Malone la rompió en los festejos.
Microestadio: Volcadon de Manu Ginobilli en 2014 hace 9 años en uno de los campeones más recordados.